martes, 10 de marzo de 2015

Luisa de Marillac



Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. 

Este dicho podría aplicarse a uno de las escuelas por las que tenemos mayor admiración: el cole Luisa de Marillac. Es una escuela que parece camuflarse en el barrio; tan integrada está que si pasas por delante no te das ni cuenta de que ahí chispea un colegio.

Se encuentra en unos bajos de las casas de una de las calles más deprimidas del la Zona Norte de nuestra ciudad: la Calle Molino Nuevo. Su patio parece el patio de vecinos.



Y en un lugar con tantas deficiencias consiguen desarrollar un magnífico programa educativo; su equipo docente es tremendamente activo y está comprometido con la importancia de la escolarización de los chiquillos y chiquillas del barrio. Aquí hay muy poca teoría; todo es inmersión en la realidad.

En esta escuela estuvimos, el pasado lunes, realizando unas jornadas de puertas abiertas. Juegos cooperativos, talleres, murales... Con la colaboración de los maestros y maestras pasamos un rato estupendo.

Si los niños no van a la escuela, la escuela va a los niños.

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