miércoles, 13 de abril de 2016

Primavera en la Acequia Real

Hoy nuestros pasos discurren por La Dehesa del Generalife, declarada en 1995 como Parque Periurbano con una superficie de 450 hectáreas que rodean al Conjunto Monumental de la Alhambra. Encontramos espacios arqueológicos como los del Cerro del Sol, Dar al-Arusa, la Silla del Moro, Aljibe de la Lluvia, Albercón del Negro o la Acequia Real, la auténtica protagonista de esta ruta.

Partimos de Plaza Nueva.  Subimos al  Cerro de la Sabika por el bosque de la Alhambra. Dejamos atrás la Fuente de Los Tomates y una vez arriba nos dirigimos hacia la Silla del Moro. Aprovechamos para contemplar esta construcción de vigilancia de la Acequia Real en el sector en el que penetra en el Generalife y las huertas de su entorno.

Dejamos atrás el monumento y bajamos hasta encontrarnos con las sendas que recorren la umbría del Cerro del Sol adentrándose hacia Valparaiso, el Valle del Darro.  Tomamos la senda del medio, la vereda baja de la Acequia Real para caminar hacia el sol saliente. Si miramos ladera abajo, podemos contemplar algunos restos de esta acequia; de la original (siglo XIII) se conserva poco más que su trazado.

La Acequia Real de la Alhambra, también llamada de la Alhambra, del Rey, de Alcotán o del Sol, canalizaba el agua procedente del río Darro desde la Presa Real, situada en el paraje de Jesús del Valle. Tiene un trazado de unos seis kilómetros hasta llegar a las huertas del Palacio del Generalife y a la Alhambra.

La Acequia Real se divide para dibujar tres líneas transversales a diferentes alturas en la ladera del Cerro del Sol: la más baja es la primitiva Acequia del Sultán, le sigue en altitud la primera derivación que se realizó en el siglo XIV que se llamó del Tercio en relación con la cantidad de agua que extraía de la conducción original.
Sobre esa segunda línea discurre una tercera que es el camino de mantenimiento de la acequia más moderna que discurre entubada. Todas son Acequia Real y mantienen su objetivo centenario, regar jardines, palacios y formar, hoy en día, los caminos del agua de la Alhambra.
Caminando por este sendero preñado de mil flores, contemplamos de oeste a este el Albaicín, el Sacromonte, la Abadía y las cumbres nevadas de la Sierra. Seguimos por esta vereda baja hasta llegar a un pequeño acueducto en al Barranco de las Tinajas. En el camino llama nuestra atención numerosos túneles dedicados al control y limpieza de la acequia. El último tramo atraviesa un bonito quejigal, donde este árbol convive con las encinas y las cornicabras.

Regresamos por nuestros pasos hasta tomar una senda que asciende hasta la vereda alta; la tomamos hacia la derecha. Al cabo de un par de kilómetros, cuando de nuevo contemplamos la Abadía del Sacromonte, tomamos otra senda ascendente que no llevará hasta el Aljibe de la Lluvia.  Allí descansamos al sol y reponemos fuerzas.



El humilde aljibe ya estaba allí antes de que, Muhammad II, al que llamaban Al-Faqih, el segundo rey de la dinastía nazarí,  se decidiese a crear los jardines del Generalife. Era una pequeña construcción inspirada en los sistemas romanos  para recoger aguas procedentes de lluvia y escorrentías, y derivarlas hacia las huertas y villas que los habitantes más ricos de Garnata construyeron en las laderas que caían sobre la fortaleza de la Alhambra.

Finalmente volvemos a bajar hasta la verdea alta y la recorremos hasta llegar a la Silla del Moro. Y desde allí  retornamos a Granada cada cual por donde le place.

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